lunes, 14 de diciembre de 2009

Martes 13




Me dí cuenta que estaba acompañado cuando pisé aquella manzana y escuché un murmuro que me decía lo que tenía que hacer. A mí no me gustaba, pero no tenía otra alternativa, sólo podía correr hacía mi, justo hacia mi. El hombre ¡Pápa!, como si no hubiera sufrido ya mucho ese maldito apodo. No me podía quejar, estaba acorralado, y encima aquella manzana color violeta con gusanitos anaranjados que me comí con tanto antojo que me violenté con el Eze porque no quiso tomar, no quiso correr. Sólo pensaba en ella; ella que lo ignoraba, ella que lo hacía sentir menos. Se sintió como aquella manzana putrefacta confitada que venden en la plaza de Villa Belgrano; y de repente a lo oscuro, eso oscuro que te asfixia, eso oscuro que hace que todo parezca muerte…. ¿La manzana muere al separarse del árbol?, ¿o muere en una vereda?; ¿o sigue viva en su semilla?, ¿o en tus sueños?… En verdad no lo sé, realmente nunca lo supe. Debería resignarme y coger un arma y matarlos a todos; cuántas veces los habré asesinado y cuántas mas los ignoraré con ternura y compasión hasta que me duela la panza y hasta que me orine encima. Fue casi tan desagradable como aquella vez que me cagó el caballo blanco de Santiago del Estero, en la esquina de la plaza del pueblo de mierda este. Pueblo amargo y cagón, pueblo puto y maricón, como nena de tres cerros… ¡y como putita del bosque! saliste corriendo y alcanzaste una velocidad primitiva nuevamente y llegaste demasiado rápido a Kuala Lumpur. Te encontraste con ese indígena que te cagó el faso y mucho más; la merca… Por favor dejá la pala que me dio tu viejo, el loco de las herramientas y tu tío el loco de la destrucción; la emanación de gases lacrimógenos que me agobian, voy a huir, a escupir y sorprender a todo infrahumano que tenga enfrente de mi, de tú, y de cualquier otro que allí se encuentre. Los vagos se fueron enojados y de cara a la casa de los conejos... Esperando el milagro que aparezca ese pibe parecido a Riquelme a contarnos que por fin el tren se va y nadie quiere quedarse sin comprar sus boletos al infinito y más allá.

Martes 13 de Octubre de 2009

Implicados en el homicidio: Yagui, Vale, Juani, Tati y Kinka.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

jueves, 5 de noviembre de 2009

Enlazador De Mundos



















La profesión de enlazador ( o vocación o locura) suele tener muy pocos practicantes comparada con otros oficios y ocupaciones o formas de gastar energía. Quizás porque esta doctrina (o este anhelo) carezca de instituciones o aparatos que le permitan expandirse como otras profesiones que suelen ascender velozmente en número de adeptos según se la requiera. Otra característica distintiva de este arte (labor) es que, a pesar de no tener auspicio alguno, existe desde que existe el hombre (muy joven todavía). La prueba de esto son: ese vecino tuyo, aquel pibe que iba a la escuela y aquella misteriosa chica de la parada del colectivo. También cabe señalar que si bien esta tarea (juego) se da en una frecuencia baja de individuos, es llamativamente constante a lo largo de las épocas.
No podemos definir exactamente (nunca) cuál es su función social; si la tiene, ya que principalmente (siempre) parece tener una función (caricia) individual. Los servicios (amor) de los enlazadores parecen haber intervenido en los más diversos asuntos a lo largo (ancho y hondo) de la historia. Tal vez esta cualidad camaleónica le ayudó a persistir. Pero, ¿cómo se aprende esta profesión (deporte) si carece de maestros licenciados (sobran) y de metodología que facilite transmitir tal conocimiento hijo de tales experiencias a los posibles futuros trabajadores? ¿Es acaso una función que surge espontáneamente en cierta cantidad de individuos?, ¿Es un comportamiento instintivo que se manifiesta en algunos individuos casi automáticamente sin depender (tanto) del medio en que este se encuentre?; ¿O es acaso un tipo de conocimiento (ingeniería) que se transmite a través de la cultura de un modo inconscientemente colectivo, implícito y simbólico que sólo algunos pocos que poseen ciertas cualidades psicológicas y un medio favorable (azar) logren decodificar la información y usarla? ¿Actuaría en este caso una selección natural a favor o en contra de individuos que profesen (sufran) este comportamiento (divertido)? Al parecer no se heredan estas habilidades y se encuentra practicantes (profetas) en todos los niveles sociales, desde individuos pertenecientes al servilismo hasta caciques o soldados (artesanos). Hay quienes sugieren que se encuentra mayor número de enlazadores en las clases (cartel) obreras o qué por lo menos de allí (estigma) surgen los mejores. Otros dicen que esto se debe a la mayor cantidad de personas (máquinas) que destinan mucha de su energía (magia) en empresas (sueños) ajenos a él y los suyos (basta). Y aumentan las posibilidades de que haya más y mejores (absurdo) encargados de ejercer este rol. También desconocemos qué factores favorecerían la proliferación de esta ocupación, tampoco cuáles actuarían en contra de la aparición o desarrollo de los casos. Muchos especialistas afirman que esta costumbre intermitente posee un alto índice de mortalidad para sus seguidores, y que la gran mayoría de bajas se da en individuos jóvenes que aún no profesionalizaron su destreza. Los mismos estudiosos que anuncian esto sospechan que hay exactamente la misma cantidad de fallecidos por tres causas: el 33,3% fenece por suicidio, otro 33,3% muere asesinado y otro 33,3% aproximadamente expira por un accidente muy estúpido. Jamás se confirmaron casos de posibles aspirantes a enlazadores que hayan fallecido por enfermedad. Se preguntarán por la fuente de estos datos, qué especialistas analizaron el tema. Dudará (bien) de la veracidad de estos informes. Pues para no faltar a la verdad no incluimos referencias comprobables de dichos trabajos, ya que los investigadores (ebrios) que colaboraron con este documento aseveran que no tienen ningún soporte material que albergue este saber, sólo su memoria que está disponible una o dos veces al año y los conceptos o su forma o canal para transmitirlos varían constantemente, de modo que cuando pueden acceder libremente a todos sus recuerdos grabados en su cerebro la traducción verbal de las experiencias va desde metáforas obvias, hasta jitanjáforas y conceptos casi perfectamente lógicos. Sin embargo creemos en los datos que generosamente aportaron nuestros colaboradores aunque dudemos de la existencia misma de estos conocedores (todos).-
Me aconseja un amigo (fantasma) que esta aclaración debería ir al principio de este escrito. Pero si el asustado lector ya llegó hasta acá, debe estar de más.
Esta carta tiene por objetivo, en estos momentos, invitar a pensar y tratar de entender y en lo posible explicar qué es un enlazador, porqué y para qué existen si es que existen y cómo logran llevar acabo esta difícil tarea que a cualquiera le llevaría años de estudio y práctica poder dominarla; teniendo en cuenta que no encontramos pruebas o indicios que exista una transferencia directa entre individuos que llevan a cabo este quehacer y posibles futuros profesionales que se desempeñen en la dificultosa y misteriosa aventura de ser enlazadores.
Otro detalle (amistad) que llama mucho la atención es que no se le conocen ni detractores ni defensores a esta dedicación. No se habla de ella directamente ni en círculos filosóficos ni en foros de psicología, alguna que otra vez se menciona este tema en la esquina de tu cuadra. Pero en general se evita el tema muy hábilmente. Muchas veces sentimos una sensación muy familiar, mezcla de respeto sagrado con temor, cuando alguien insinúa sobre este tema o nos cruzamos con un enlazador, siempre sabemos quienes son, aunque sólo lo veamos pasar. La mayoría ignora estas sensaciones y sigue sin detenerse a pensar porqué sintió eso, cómo si sospecharan que todos lo sienten o creyeran que únicamente él es capaz de percibir eso o como si todos lo percibieran y entendieran menos uno. El hecho es que, a diferencia del tabú, hablar sobre los enlazadores es innecesario, todos saben o sienten su existencia pero no tienen nada que decir. No hay reglamentos que prohíban con castigos hablar del tema, ante algún aislado caso que un individuo proponga conversar sobre los enlazadores está comprobado que sólo obtiene indiferencia de sus pares o interlocutores. No censura disfrazada de ninguna manera… pura indiferencia instantánea.
Uno de los eruditos colaboradores, me dijo un par de cosas aprovechando un instante en que el resto de sus camaradas no estaba cerca o estaba distraído, me murmuró las siguientes palabras: --Sos un pelotudo (hermoso) los enlazadores se burlan de vos, y su burla está bendita, ellos mediante refinados trucos mágicos se encargan de robar las palabras a las personas justo en el momento en que se les ocurre hablar de ellos, y lo hacen para poder realizar mejor su tarea y también por diversión.- Abruptamente se acercó otro investigador que parecía haberse dado cuenta que su compañero me estaba contando un secreto, no pude disimular mi cara de asombro ante el interruptor de la charla que me pidió un vaso de agua y quedé mirándolo varios segundos hasta que reaccioné. Mientras le servía el agua trataba de recordar lo que me había dicho aquel estudioso y porqué lo hizo prácticamente a escondidas. Empecé a dudar de él, y de todos y de todo y de mí. Me inundó el pánico y perdí por un momento todos los sentidos. Después me acordé repentinamente que estaba cargando agua en un vaso, miré asustado el vaso creyendo que estaba rebalsando y recién iba por la mitad. Fue muy extraño, en mi conciencia creía que había pasado mucho tiempo, o al menos más de lo que se requiere para cargar un vaso de agua en la canilla con buena presión. Nunca antes había sentido que mi percepción del tiempo se alterara así. Presté atención a los investigadores para ver si me estaban observando temiendo que se notara mucho mi extraño momento pero estaban concentrados hablando de fútbol. Le entregué el vaso y les dije que se me había bajado la presión, uno me recomendó beber vino tinto, el otro que bebiera vino blanco pero porque es superior al tinto, que lo de la presión lo regulara yo sólo, que no sea perezoso. Ambos rieron, yo entendí el chiste, era bueno, ingenioso y tenía dos víctimas, una era su compañero y otra yo. De verdad pensé que acababa de escuchar el chiste perfecto y sin embargo no podía reír. En ningún momento dejé de sentir pánico. Salí afuera un rato y traté de tranquilizarme pero no podía, se me ocurrían mil preguntas, no podía creer que unas cuántas palabras me hayan provocado tal alteración física. Además no recordaba lo que me había murmurado aquel erudito. Me vino a la cabeza lo que me decía la abuela de un amigo, que cuando tenga miedo no tenga miedo, tenga alegría, porqué significa que tenés la posibilidad de enfrentarlo y ganarle y obtener sabiduría y transformarla en amor. También recordé aquel sueño en que Nietzsche me decía, mientras pescábamos en el dique, que lo mejor que puedo hacer si siento una responsabilidad con la vida es dudar, que esa es la chispa de la vida, que las certezas son prisiones y que cuando me surja una duda, lo primero que pase por mi cabeza cuando esté dudando es la flecha señalando el camino que debo tomar. Me calmé gracias al recuerdo de mi sueño y la figura paternal y protectora de Friedrich cambió mi ansiedad por ternura. Comencé a reírme al acordarme de las burlas de mi novia cuando le conté mi sueño en que Nietzsche me hablaba. Ella no podía creer que en un sueño el afamado filósofo me haya dicho algo tan largo y que yo lo recordara a la perfección. Se puso a buscar en los libros hasta que encontró una frase que decía: “Las convicciones son prisiones”, pero el resto de las palabras que yo aseguro que me dijo Nietzsche no coincidían con nada que éste haya escrito. Mi novia me felicitó por la broma y me dijo: -Por un momento te creí, usaste una idea de Friedrich y le aumentaste pensamientos emulando a Nietzsche y sembraste en mi la duda; la posibilidad, de que la conciencia sobrevive a la muerte corporal y este filósofo sinvergüenza se comunicaba a través de vos en tus sueños.- Yo insistí que no era una broma, que eso fue lo que soñé. Luego ella pensó en voz alta: -Es mucho trabajo para hacerme una broma así, si es una broma me sorprende porque no lo esperaba, no es tu estilo. Y si realmente soñaste eso y memorizaste aquellas palabras debo admitir que me encantaría que me pase algo así, soñar con algún personaje, conversar con él y después recordar todo claramente. Tu cabecita se quedó dando vueltas a aquella idea que seguro leíste y eso se mezclo con algún recuerdo de tu infancia, de tu padre o alguien mayor que te cuidaba y enseñaba cosas y lo veías fuerte, sabio y bondadoso, como a Nietzsche. Parece que tu inconsciente te da una mano mientras duermes, aprovéchalo.- Aunque jamás en mi vida había ido a pescar le di la razón, ella constantemente tenía mucha (demasiada) razón.
Una voz me sacó repentinamente de las profundidades de mis recuerdos, era uno de los investigadores avisándome que se marchaban porque ya era tarde. Inmediatamente supe que la abuela de mi amigo y mi ex novia eran enlazadores. Fue extraño, como si siempre lo hubiera sabido pero nunca lo habría entendido hasta ese momento.
Se me ocurrió que los enlazadores se comunicaban con las personas y transmitían algún tipo de energía de forma poética, mediante gestos, miradas o silencios. Saltando a nuestro consciente (vigilante) y penetrando simbólicamente en lo más profundo de nuestro cerebro. También pensé que todo el mundo hace eso y que entonces todos somos enlazadores. Pero algunos son más hábiles que otros. Cómo la abuela de mi amigo o mi ex novia. O que ellos encontraron la forma perfecta de enviar información a mi cerebro, a algún rincón de mi memoria y que de a poco iba surgiendo esa data e interactuando cuando yo lo necesitaba. Otra ocurrencia que tuve es que podemos ser enlazadores y comunicarnos sembrando una chispa en la cabeza de alguien, pero que para lograrlo debíamos conocer bien a esa persona y elegir el momento y la forma justa en que el envío de energía llegue directo dónde tiene que llegar sin filtrarse por la barrera de lo consciente para que el pensamiento lógico no lo contamine y pueda cumplir su objetivo desconocido y seguramente muy importante. Luego se me ocurrió que únicamente un selecto grupo de personas dominan esta técnica, que parece consistir en un sexto sentido o supra-sentido; en algún tipo de canal sensorial que les permite, con sólo mirar a las personas, percibir y conocer sus cerebros, sus recuerdos y sus cuerpos a la perfección en apenas un instante. Las veces que me crucé un enlazador tuve la sensación de sentirme adivinado, la sensación que esa extraña persona conocía mis más profundos temores y anhelos. Y que su sola mirada o presencia bastaba para movilizar gran cantidad de energía (ideas) en mi interior. Por un momento creí entender su verdadera función. La de incentivar a los hombres y mujeres a usar el poder del hemisferio derecho de sus cerebros, ya que la actividad de este costado ha venido decayendo desde hace aproximadamente diez mil años en la sociedad. Y así poder completar una contemplación plena de la existencia, superando las dualidades, asimilándolas. Enfrentándonos a un abismo, con un gesto o unas palabras que no esperábamos oír, despertar y unir lo emocional con lo meramente lógico. Imaginé a personas diciendo que eso de lo que estoy hablando es el arte, me imaginé respondiéndoles que no exactamente. Que si bien existen enlazadores que sobreviven dedicándose a diversas actividades lucrativas, incluido el arte, no significa que los enlazadores sean artistas o viceversa. Son seres espirituales poseedores de Telepatía. Que con sus sublimes intervenciones tienen la magnífica misión y el entretenido desafío de guiar una especie en su paseo por la existencia. Son, de algún modo, encargados o cómplices del fluir de la vida. Y sentí que era muy cierto eso de que roban las palabras. Que son comodines sociales y su número es el 0, que está incluido en todos los números y aparentemente no tiene valor. Que son mensajeros que trabajan como los sueños, que son la poesía del inconsciente. Y que sus habilidades fundamentales son esconderse, confundir, sembrar la duda, despertar la Fe.
Después empecé a dudar… como debe ser.