viernes, 17 de julio de 2009




Vendaval (o las viejas del frente)

Ayer me dí cuenta que cada cosa que me pasaba era solo producto de un error, error que comenzó hace mucho cuando el boludo de mi amigo tropezó con el pozo y pasó un exorbitante flash que me produjo una sensación algo así como de costumbre, y fue el principio según el cual perdimos de a poco la metió profunda y después se hizo el tonto con el ceño fruncido me demostraba que no había salido todo bien porque me cayeron mal los canelones que encontré en la casa de mi abuela y le regaló un besito en el culo para poder ir rumbo a una noche de drogas, sexo y ranran y regresar a donde salimos, a la armonía con la naturaleza y vivir al ritmo de la música del indio solito haciendo panqués. De pronto me dí vuelta porque sentí un frío en la espalda, en ese momento apareció Roberto Ragone con su barba verde manzana a contarnos que iba a venir Juani de Córdoba y que cuando se cortó con un par de pelos la punta de cada uno de los locos y desconcentrados por culpa de las viejas del frente que vomitan y se ahogan rezando a San Benito. Después vino el aguafiestas de Fredy y entonces se cayó de un insípido valdecito azul que le daba vida y alegría pero no nos quitaba nada; encambio las viejas del frente aclamaban que son unos putos los villeros de a uno y de a muchos se vienen, como una garrafa andante, decidío canalizar todo su poder con una pequeña mueca de complicidad, que daba a entender que Roberto es un tipo de computadora pentium cuatro, windows 95 con barba ancha y unos ojos rojos desorbitados que encontraron oscuridad en el fondo de un vaso de saratoga, en el que habían quedado unas semillas de esa planta de la variedad carnívora que se comió al amigo de ese fulano que de un día para otro se hizo mujer y decidió abandonar esta estupidez para siempre. Robertito, antes de irse, asesinó a las viejas.

Popurrí Invernal






















Julio/09. Salta

Brocha

Extrañas manchas, líbidos colores
todo tu rostro de tallado por un escultor
toda tu mente dedicada por un pintor

y tu piel de mameluco
de esos fuertes y duraderos
triste de tanto andar
triste de no ganar

tus labios dos pinceles suaves
que acarician y vomitan sobre mi ternura
tus hombros dos médanos pequeños
llenos de soledad

paredes que caminan por tu espalda
tus pies como dos tarros de espeso barniz

y en poco tiempo
todo se descascarará
por suerte